Cuando los Stones sacaron Miss You como adelanto de lo que fue Some Girls, les acusaron de oportunistas y de horteras. Lo primero fue por subirse al carro de la música disco, la fuerza dominante en la música pop de 1978; y lo segundo, porque la música disco era terreno vedado para los rockeros de verdad. Los Stones, la banda de rock & roll por excelencia, pulverizaron ese prejuicio ridículo con una de las mejores canciones de su historia. El estandarte perfecto para el álbum que les hizo conectar de nuevo con la realidad, que en aquel momento, además de por la disco music, estaba marcada por el punk.
En la actualidad existe toda una escena alrededor del denominado porno sound que da cabida a bandas tributo, recopilatorios de rarezas, remixes para las pistas de baile e incluso canales especializados de Internet que ofrecen la más variada programación en streaming las veinticuatro horas del día.
En el cine porno actual resulta de lo más habitual toparse con raperos y rockeros, tanto delante como detrás de las cámaras. Por norma general los músicos suelen prestar sus servicios al género de manera condescendiente y autoparódica, utilizándolo como una forma fácil de ganar dinero rápido y dar salida a sus sueños húmedos de estrellas en decadencia. Excepcionalmente podemos encontrarnos con auténticos artistas que se esfuerzan por ofrecer a la audiencia partituras lo suficientemente inteligentes y creativas como para estimular nuestros sentidos más allá de la entrepierna. Un funesto fenómeno por otra parte cada vez más extrapolable a las demás parcelas artísticas.