Portlandia es una serie escrita y protagonizada por Carrie Brownstein, de Sleater Kinney, y el cómico Fred Armisen. La trama gira alrededor de Porland, "la ciudad donde el sueño de los noventa sigue vivo y el gobierno de Bush nunca existió". Una sátira de lo que queda del grunge y el alt en un lugar que presume de ecologista, donde es fácil ser vegano y que cuenta con el mayor número de librerías independientes y cervecerías artesanas de Estados Unidos. Una urbe progresista en la que están prohibidas las bolsas de plástico, con un alcalde gay, que en la serie es interpretado por Kyle Mclahan, y donde han ido a parar músicos de todo pelaje, atraidos por el ambiente artístico y, según cuentan, por los bajos precios de los alquileres.
El 12 de junio de 1972 la portentosa garganta de Linda Lovelace inauguraba el porno chic, congregando en las colas de los cines X a celebridades de la talla de Martin Scorsese, Brian de Plama, Jack Nicholson, Truman Capote o Johnny Carson. En paralelo, algunos productores independiente se esforzaba por aportar a sus películas un trasfondo musical lo suficientemente seductor, combinando la sofisticación del jazz, las prestaciones vocales del soul y la pegada rítmica del funk con el exotismo del lounge y la calidez de ciertos ritmos latinos como la bossa o la salsa.
La revalorización de estas grabaciones en ciertos círculos especializados obedece a criterios nostalgicos. Aunque el encanto de los arreglos horteras y la library music resulta innegable, se echa de menos una visión más objetiva del fenómeno musical de las bandas sonoras pornográficas. Una percepción más especializada y rigurosa que nos ayude a separar –nunca mejor dicho– el grano de la paja.
Las giras de The Pains Of Being Pure At Heart (en la foto), Slim Cessna's Auto Cluby John Doe, The Answer, Josh Rouse, Corizonas, Enrique Bunbury y The Bright son algunos las artistas que recorren España en estos primeros días de enero. Y al final de la agenda los próximo festivales y conciertos. Sigue leyendo.
Hablar de Testa como el equivalente transalpino de Leonard Cohen tiene algo de lugar común, pero esa calurosa voz de barítono sabio propicia un paralelismo casi perfecto. El de Cavallermaggiore también comenzó a frecuentar los estudios de grabación a edad tardía (su primer disco lo rubricó con 37 años; ahora tiene 53 y va por el séptimo) y, al igual que nuestro canadiense favorito, no acostumbra a escribir una sola línea que deba escaparse sin su correspondiente reflexión. Pero, por si fuera poco, la preciosidad que inaugura este trabajo, Nuovo, está dedicada “al mio piccolo Principe delle Asturie”. Su hijo pequeño, Nicola, pero también el recientemente galardonado autor de Chelsea hotel.
El año 2011 pasará a la historia como un periodo de protestas y revueltas. Ante esta situación muchos se preguntan dónde se metieron las estrellas de la música moderna, ese colectivo que aparece en primer plano de la memoria cuando recordamos las combativas décadas de los sesenta y setenta. ¿Por qué ahora los iconos del rock no se comprometen con los avances sociales?
Para celebrar la salida de su primer disco hace treinta años Étienne Daho publica un doble recopilatorio diseñado por él, Monsieur Daho, que incluye dúos con Marianne Faitfhull, Catherine Deneuve, Jane Birkin o Astrud Gilberto.
Cuando A$AP Rocky empezó a generar ruido de fondo en la escena hip hop hace un par de meses, hasta la eclosión final de su celebridad con el lanzamiento de la mixtape LIVELOVEA$AP, uno de los motivos que despertaron más curiosidad e interés de su discurso era la deslocalización deliberada de su sonido. Nacido y criado en Harlem, una de las zonas calientes del rap neoyorquino, A$AP se desvinculaba de sus orígenes y su radio de acción, toda una herejía si te dedicas a esto en la Gran Manzana, para hacer públicas unas canciones que contenían influencias e ideas cruzadas de desconcertante eclecticismo y variedad. Para algunos simplemente se trataba de una anomalía, pero para otros era el ejemplo más explícito posible sobre la definitiva globalización sonora y también conceptual del género en Estados Unidos. Y es que en paralelo a su irrupción e inmediata propagación mediática, los cazadores de nuevos talentos y rastreadores incansables de diamantes en bruto ya tenían un segundo as en la manga para refrendar este cambio de tendencia: Azealia Banks. 20 años. ¿Dónde? Harlem, cómo no. Qué, les va sonando, ¿no?
Marta Fierro, alias Eme DJ, nos ofrece esta sesión para acabar el año. Muchas gracias por habernos seguido estos meses. Desde aquí os deseamos el mejor tránsito de año posible. En 2012, más.