El Camino
Nonesuch / Warner (2011)
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Rafa Cervera
A principios de año, The White Stripes, la pareja que recuperó las raíces del rock e hizo con ellas un gran ejercicio de arte pop, se separaron. Desde el instante en que se hizo público el comunicado, empezamos a preguntarnos si existe algún heredero digno de ocupar su trono. De momento no lo hay, pero gracias a The Black Keys existe un nuevo reino del rock & roll en el que poder empadronarse. Hace cuatro años que el dúo de Cleveland lanza señales inequívocas de que lo suyo no tiene nada que ver con el revivalismo porque sí. Las producciones de Danger Mouse (que vuelve a ocuparse de todos los temas en este séptimo álbum) les dieron el empujón hacia esa modernidad conceptual que separa el mero ejercicio vintage de la puesta al día de lo clásico. Y proyectos como Blackroc mostraron la versatilidad de un dúo que ahora se aleja ligeramente del blues rock que les ha hecho imprescindibles para diversificarse a través de un álbum arrollador. Su música les hace ser tan concisos como los ZZ Top de Tres hombres y tan irresistiblemente directos como el mejor Marc Bolan. Un rodillo eléctrico que comienza a rodar con el blues rock y los coros soul de Lonely Boy y que impide que nadie esté quieto hasta que la función termina. Y que hace imprescindibles acotaciones tales como que el glam que brota en los coros de Dead and gone, en el ritmo de Gold on the ceiling y en la guitarra de Run right back no lo han tenido los White Stripes en su vida. El ritmo funky de Sister y Stop Stop son los Stones bailongos del 78, mientras que Hell of a season es el rock hecho pop según en catecismo de los Clash. El Camino es una sucesión de canciones sin fisuras, potentes, pegadizas, festivas, que van directas al grano. 37 minutos que hacen del último disco de rock & roll del año uno de los mejores álbumes de 2011.