Tentaciones

Arte, ciencia

29 nov 2011

Viajes al otro mundo

Rodrigo Carrizo Couto

En este caso, no se trata de releer a Lovecraft, sino de entrar en el (muy) particular universo del artista Jan Torpus. Estrella naciente de la Realidad Aumentada, este investigador suizo propone con lifeClipper3 la integración de nuestro entorno con su rico mundo imaginario.

El grupo de chavales con sus patinetes observa con mal disimulada curiosidad y ríe por lo bajini, con discreción suiza. Frente a ellos, un pobre periodista avanza vacilante, con los andares de un robot con varias copas de más. Nos encontramos en el Sankt Johann Park de Basilea, donde el confuso cronista está viviendo en carne propia la experiencia de lifeClipper3.

“Ten cuidado, rey, no te vayas a dar una hostia”, comenta guasón y en perfecto castellano Jan Torpus, el artífice de que el periodista parezca un borracho perdido en la noche, aunque sea pleno día. Y es que el creador de lifeClipper3 es un producto de la Escola Massana de Barcelona, además de ser un enamorado rendido de España y todo lo español. Cosas veredes en esta Suiza cosmopolita, poblada por más de un 22 % de extranjeros. ¿Pero qué demonios es lifeClipper3?

Se trata de la tercera (y última) fase de un proyecto de Realidad Aumentada (Augmented Reality / AR) llevado a cabo en el seno del Instituto de Investigaciones en Arte y Diseño (IDK) de Basilea, escuela que vio pasar entre sus muros a la también artista Pipilotti Rist, una de las raras creadoras suizas actuales con estatura planetaria.

De hecho, Torpus presenta su criatura como “una obra de arte interactiva, similar a un juego”. La parafernalia que el paseante lleva cuan tortuga ninja a la espalda se compone de un ordenador de última generación, a los que se añaden sensores, captores y un impresionante GPS. “De tanque”, precisa el creador suizo.

Una cámara de vídeo es fijada al casco que lleva el visitante, permitiendo la captura de los paisajes reales a los que se “suma” virtualmente un modelo 3D a escala del mismo parque. A partir de ese momento, diversos fenómenos comienzan a ocurrir, y criaturas de otro mundo comienzan a pasearse por los serenos jardines de Basilea.

Gracias a los mencionados artilugios, el visitante puede interactuar con la realidad y el entorno circundante, permitiendo la experiencia de realidades alternativas. Es así que se materializan extraños bichos que recuerdan a cucarachas con piel de jirafa, tormentas de arena intergalácticas, inquietantes gusanos verdes grandes como casas y penetramos dentro de personajes en 3D altos como edificios. Todo ello complementado con la banda sonora producida por el español José Navarro.

La idea detrás de esta curiosa pieza que tanto llama la atención a los paseantes del parque consiste en “explorar los límites de la realidad aumentada diluyendo al mismo tiempo la interferencia de diferentes reglas físicas y culturales que componen nuestra noción de la realidad”, según explica Torpus.

“En lugar de reemplazar la realidad por la virtualidad, nosotros incorporamos elementos de síntesis al mundo real para expandir sus posibilidades”, comenta el padre de la criatura. Es decir, que el espectador ‘penetra’ realmente dentro de un modelo 3D al mismo tiempo que experimenta la realidad: uno puede visitar los objetos en 3D y girar a su alrededor, observarlos desde distintas perspectivas y ‘vivir’ literalmente con ellos.

Para los no iniciados, cabe recordar que la Realidad Aumentada (AR) no es un conocimiento esotérico ni algo que sirve para crear graciosos jueguitos de teléfono móvil. De hecho, el carismático suizo (sí…eso existe) recuerda que esta tecnología nos rodea hoy, aunque pocos son conscientes de ello. Sus ramificaciones entran en campos como la medicina, la arquitectura, el urbanismo e incluso en la publicidad más sofisticada.

Ahora, tras presentar su "niño" hasta fin de años, el suizo más español de Basilea piensa en próximos proyectos, entre los que comienza a tomar forma la idea de presentar una nueva versión de lifeClipper3 en otras latitudes. Antes de despedirse, Torpus deja en el aire esta pregunta con una sonrisilla: "Y no sería una buena idea llevar este proyecto a España?".

Continuará...